La oscuridad en el bosque
- 2022-01-15 17:40
- ren
Me encontraba en una casa de grandes dimensiones, con un gran jardín que se extendía hacia el bosque cercano. Era un día oscuro y frío, y parecía haber estado lloviendo no hacía mucho.
No había nadie más en la casa. Tras pasearme por las estancias, también oscurecidas debido a la poca luz que entraba por las ventanas, decidí acceder al jardín por la puerta trasera de la cocina.
Me acerqué lentamente hacia una amplia mesa de madera localizada bajo unos árboles a varios metros de la casa. Como había imaginado, acababa de llover y el barro formado en algunas zonas del terreno dificultaba mi avance. Una vez llegué a mi destino, contemplé la mesa, completamente empapada y, por algún motivo, llena de tierra y barro. Tras unos segundos, exclamé en voz alta:
—Maldita sea, así no puedo sacar mis cuadernos para trabajar fuera.
En ese momento recordé que había otra mesa, algo más pequeña, bajo un toldo en otra parte del jardín. Seguro que aquella estaba seca.
De nuevo, me dirigí hacia la casa, con la esperanza de poder cumplir mi objetivo. Sin embargo, cuando llegué hasta la segunda mesa, volví a exclamar:
—¡¿Por qué no se me ocurriría extender el toldo anoche?!
Una vez más, la mesa estaba cubierta de tierra y barro.
Resignado, me di la vuelta y dirigí la mirada hacia el pequeño bosque conectado con la parte posterior del jardín. Mi respiración se detuvo cuando me percaté de la majestuosa criatura que salía de entre aquellos árboles.
Tras unos instantes, mi mente pudo al fin asimilar lo que veía. Y de nuevo, exclamé:
—¡¿POR QUÉ HAY UN JABALÍ EN EL JARDÍN!?
La criatura, sin previo aviso, cargó abruptamente en mi dirección. Tras reconocer que venía a por mí, decidí que sería mejor resguardarse en la casa, así que me giré rápidamente para emprender mi marcha mientras suspiré calmado:
—¡¡QUE VIENE A POR MÍ!!
Nada más entrar por la puerta de la cocina me giré y la cerré rápidamente dando un portazo, mientras intentaba desesperadamente asegurar el cerrojo para mayor seguridad.
Cuando hube terminado de hacer el último movimiento de muñeca, suspiré con los ojos cerrados mientras apoyaba la cabeza contra la puerta. La adrenalina que acababa de generar abandonaba lentamente mi cuerpo.
Fue en ese momento cuando un escalofrío me recorrió de arriba a abajo.
Lentamente levanté la cabeza y a la par que giraba sobre mi mismo. Y al abrir los ojos encontré…
Nada.
Donde antes había una cocina, desordenada debido a la repostería que había estado preparando con anterioridad ese mismo día, ahora solo residía la más profunda oscuridad.
Intenté avanzar, tanteando con las manos, pero no conseguía tocar ninguna de las cosas que deberían estar ahí.
Un paso. Dos. Tres. No encontraba ningún obstáculo en mi camino, no encontraba nada. La cabeza me daba vueltas y sentía cómo me fallaban las fuerzas. Intenté resistir, en vano, y noté cómo empezaba a caer mientras perdía el conocimiento.
Abrí los ojos, sobresaltado y con la respiración acelerada. Ya no estaba rodeado de sombras, ni en aquella casa desconocida.
Estaba sentado en mi sofá, con los pies en alto, tapado con una manta. La imagen familiar del salón, aunque escasamente decorado en comparación con el que acababa de visitar en mi sueño, me alivió.
Cuando intenté incorporarme, noté una leve presión sobre la parte derecha de mi cuerpo. Entonces lo recordé.
No estaba solo.
Giré mi mirada hacia la derecha y reconocí su cabeza apoyada sobre mi hombro. Estaba abrazada a mí y yo a ella, ambos acurrucados bajo la misma manta.
Al darse cuenta de mis repentinos movimientos, movió un poco la cabeza en el sitio y me preguntó, murmurando:
—¿Has tenido una pesadilla?” —preguntó
—No importa —respondí, ya más calmado—. “¿Cuánto tiempo he estado dormido?
—Creo que no el suficiente. Estabas agotado. ¿Por qué no te vuelves a dormir? —dijo ella.
—Estoy bien… ¿Pero qué hay de ti? No has dormido nada y estarás muy cansada. Cierra los ojos y descansa, me quedaré contigo —dije mientras besaba su cabeza.
—Sí… Creo que lo haré… —susurró ella, mientras me abrazaba más fuerte—. Buenas noches
—Buenas noches —respondí, acercándola más hacia mí.