Caminando bajo la nieve
- 2022-01-29 10:30
- ren
¿Lo recuerdas? Alguien propuso organizar un viaje en grupo, como aquellos que solíamos hacer siendo más jóvenes. Unos cuantos no dudamos en sumarnos a la propuesta, pero muchos otros no tenían la disponibilidad necesaria para ello, ya fuera por motivos personales o laborales. Entonces alguien me dijo que tú también vendrías, y no puedes ni imaginarte lo feliz que fui en ese momento, sabiendo que pasaría tiempo contigo.
El primer par de días exploramos la ciudad, visitando sus museos, sus parques teñidos de blanco por la nieve y sus calles repletas de gente en día de mercado. Aunque hubo muchas ocasiones, nunca intenté acercarme a ti, para hablar, para reirnos de algo estúpido, para pasar más tiempo juntos. Supongo que no me atrevía.
Pero un día, mientras andábamos por la ciudad, acabamos separados del resto del grupo. Estoy seguro de que no fue algo fortuito: buscaron la oportunidad perfecta para despistarnos y cuando reparé en ello no había nadie, solo tú y yo y la nieve que caía en silencio sobre la ciudad.
Te sugerí seguir caminando por aquella larga calle, diciendo que seguramente acabaríamos encontrando a los demás, pero deseaba poder extender ese momento y que no terminara nunca. Aún así, no hice nada más. Tenía miedo. Miedo de estropear ese momento tan perfecto, miedo de decirte lo que sentía, miedo de alejarte de mí. Decidí no hacer nada, que me conformaría con recordar con cariño estos minutos aislados del resto del mundo en los que no importaba nada más que nosotros. Decidí que era suficiente.
Pero tú no. Mientras caminaba absorto en mis pensamientos y temores, tomaste la iniciativa. Muy suavemente me cogiste de la mano y, como si de un acto reflejo se tratase, yo respondí envolviendo tu mano con la mía. Al darme cuenta, giré mi cabeza lentamente, dirigiendo mi mirada hacia nuestras manos y después hacia tu rostro. Allí estabas tú, mirándome mientras sonreías con dulzura, disipando todos mis temores y haciéndome sentir lo mismo que sentí la primera vez que te vi.
Fue en ese instante cuando decidí que no quería volver a soltar aquella mano.